Los signos de la sangre (Poesía 1944-2004)
Victoriano Crémer
Calambur Editorial
Por muy pocos días, el autor no ha podido tener entre sus manos esta recopilación de su obra completa. Victoriano Crémer falleció la noche del pasado 26 de junio, a punto de salir Los signos de la sangre. Éstos dos volúmenes de Ediciones Calambur recogen seis décadas de su trayectoria, y quedarán como homenaje al poeta leonés.
La publicación de Los signos de la sangre, de Victoriano Crémer, supone recorrer la historia de la poesía española desde el fin de la Guerra Civil hasta el momento presente. Han sido más de cien años de vida y más de sesenta de poesía. Su vida comenzó en diciembre de 1907; su poesía, en 1944 con la publicación de Tacto sonoro. Periodista, narrador y autor de obras de teatro, su poesía es la faceta que ha merecido mayor atención literariamente.
Victoriano Crémer nació en Burgos en diciembre de 1907 dentro de una familia humilde que se trasladó a León en 1917, ciudad en la que el escritor ha vivido el resto de su existencia y en la que falleció el pasado viernes 26 de junio. Acabada la Guerra Civil, durante la cual sufrió cárcel en dos ocasiones, su vida permaneció ligada al periodismo en distintos medios de la capital leonesa, tanto en radio como en prensa y, a sus más de cien años, ha seguido ofreciendo día tras día su artículo de opinión en el Diario de León. En 1944 fundó y dirigió, con Antonio González de Lama y Eugenio de Nora, la revista Espadaña, que orientó la poesía española en un sentido humanista. En el mismo año 1944 apareció Tacto sonoro, que mostraba algunas de las preocupaciones permanentes del escritor: el dolor humano, el hombre perseguido, el silencio de Dios. Con diferentes tonalidades, son los temas que originan en la misma década libros como Caminos de mi sangre y La espada y la pared. A esta problemática existencial se suma la social (el mundo de los humildes, la experiencia de la guerra, la España del presente), con mayor intensidad en la década del 50 con Nuevos cantos de vida y esperanza y prosigue con poemarios como Furia y paloma y Tiempo de soledad. Trazaba una senda poética por donde también transitaban, entre otros, Gabriel Celaya, Blas de Otero y Eugenio de Nora, con los que formó parte de la histórica Antología consultada de la Joven Poesía Española (1952). Los libros posteriores, más sosegados, emotivos y reflexivos, dan cauce al resto de su poesía, recogida en títulos como Lejos de esta lluvia tan amarga o, más tarde, El cálido bullicio de la ceniza, que impregnará de melancolía los libros sucesivos que se cierran con El último jinete, publicado en 2008 y no recogido en esta antología; son obras de palabra experimentada y serena, pero no resignada, y temas como la vejez, la soledad y la muerte. Entre los numerosos reconocimientos y premios recibidos destacan el Premio Nacional de Poesía en 1962, el Premio Castilla y León de las Letras en 1994 y el nombramiento de Doctor Honoris Causa por la Universidad de León en 1991. La poesía de Victoriano Crémer no varía significativamente a lo largo de los años. Con Tacto sonoro encontró la voz con la que revelar poéticamente su mundo, que era y es el hombre mismo, en soledad o en sociedad. La vida como centro temático, ahondando en él o abriendo perspectivas nuevas que el tiempo iba aportando: los recuerdos del padre y de la madre, los sufrimientos de la guerra, los hijos, los cantos de amor y dolor a la esposa, la vida humilde entre los humildes seres del barrio leonés de Puertamoneda; después, la vejez va imprimiendo huellas en sus poemas, como la temática de la muerte, cuya presencia se torna acuciante tras la agonía de la esposa. El vigor y la fuerza expresiva de sus libros iniciales, muestra externa de la rebeldía interior del hombre, no menguó a lo largo de los años, pero la palabra fue templándose, tornándose más pacífica y reposada, más reflexiva y melancólica.
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